domingo, marzo 14, 2010

JULIÁN MARÍAS. El oficio del pensamiento

Unamuno opinaba que muchos se dedican a contarles las cerdas al rabo de la esfinge por miedo a mirarla a los ojos. La información y la erudición son, por otra parte, las grandes simuladoras, porque fingen vida intelectual donde sólo hay manejo de inertes objetos intelectuales. Hablar de las cosas es un medio excelente de evitarlas; barajar problemas y teorías es un cómodo expediente para quedarse a cien leguas de ellos. Lo más grave es que, a la larga, se pierde el hábito del pensamiento; no se es capaz de pensar ni de repensar, sino, a lo sumo, de traspensar -hay países enteros que no hacen otra cosa-. Llega un momento en que ni siquiera se distingue. "A distinguir me paro, las voces de los ecos", decía Antonio Machado, formulando sin saberlo, una admirable divisa intelectual. No se sospecha hasta que extremo está embotada la capacidad de apreciar los que es auténtico y lo que es mero "hacer que se hace"(...).

(Julián Marías, El oficio del pensamiento, Biblioteca Nueva, Madrid, 1958)

2 comentarios:

Andrés Glez. Déniz dijo...

Interesante blog y entrada precisa como anillo al dedo. Veo que usted, don Francisco Linares o sea quien sea, piensa y sabe escribir.

O. dijo...

Increible post...me descubro ante usted. Gracias por pasarse por mi blog.
Un saludo

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