viernes, septiembre 17, 2010

CAMUS O LA PASIÓN DE LA VERDAD

La actitud de Camus, desoladoramente inerte y pasiva, esconde el golpe de la verdad sin recovecos. No he leído nunca un pasaje donde se revele sin rubor el corazón del hombre como en estas líneas:

Por la tarde, Marie vino a buscarme y me preguntó si quería casarme con ella. Le dije que me daba igual y que podíamos hacerlo si así era su deseo. Me preguntó entonces si la quería. Contesté, como ya había hecho una vez, que nada significaba eso, pero que ciertamente no la quería. "¿Por qué te casarías entonces conmigo?", dijo ella. Le expliqué que la cosa no tenía importancia alguna, pero que si ella lo deseaba podíamos casarnos. Además, era ella la que lo preguntaba y yo me limitaba a responder que sí. Comentó ella que el matrimonio era una cosa seria. Respondí: "No". Se calló un momento y me miró en silencio. Después habló. Quería saber simplemente si yo habría aceptado la misma proposición de otra mujer, a la que hubiese estado unido de igual modo. Dije: "Naturalmente".

[Albert Camús, El extranjero, Alianza/Emecé, 2006, pág. 46]

Tierra de mujeres

Impone ver un árbol así agonizando, muriéndose, comenzando a desaparecer. Porque aunque el árbol se resquebraje, se vuelva de color g...