viernes, febrero 27, 2009

UN REDACTOR GENIAL [El mapa del tiempo, de Félix J. Palma]

Félix J. Palma oficia de redactor de esta novela que, como al final veremos, no es sino un buen rimero de hojas hilvanadas por el encuadernador. Y digo redactor porque Palma redacta como los propios ángeles y no deja de asombrar por ello en estos tiempos de redactores mediocres y de periodistas torpes (el otro día uno de estos periodístas "encañonó con un puñal" a los telespectadores desde un telediario) la minuciosidad, el detalle y el esmero con que ha cuidado la prosa con que nos obsequia.
Otra cosa es escribir, o más exactamente, componer una novela que, al cabo, es una sinfonía donde todas las partes deben acordar para que nuestros oídos se regalen con la música salida de sus páginas. Y es aquí donde Félix J. Palma falla estrepitosamente.

Los distintos caminos que el escritor toma a lo largo de la novela no necesariamente tienen que llevar al final que FJP elige, sino que bien pueden tenerse como historias paralelas, cerradas sobre sí mismas, pero que son rescatadas con sospechosa oportunidad en las cincuenta últimas páginas para dar entidad a la historia, que se hace por fin troncal gracias a los añadidos anteriores. Parece que el autor (extraordinario autor de relatos cortos como ya ha acreditado en varios volúmenes) se sirviera de relatos independientes y sólo al final decidiera dar las pinceladas oportunas para relacionarlos temáticamente.

El ritmo de la narración es desigual. El lector poco avisado puede confundir la progresiva aceleración de la narración, que desemboca en un ritmo casi frenético en su final, con una medida planificación. Creo, sinceramente, que el desbocado crecimento del ritmo es fruto de la precipitación con que el autor decide cerrar todos los caminos que había abierto con anterioridad y que permanecían muertos y casi olvidados en la primera mitad de la novela.

El tema, los viajes en el tiempo, original o no tan original, según se mire ha sido abordado con profusión desde la novelística de ciencia ficción y escasamente desde la novela más convencional. El tema, abordado sin excesivas pretensiones, es válido para una novela de evasión como esta, puro entretenimiento que carece de alguna reflexión bien artículada sobre culaquier tema.

Francisco Linares

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