Desnudos y solos llegamos al desierto. En su oscuroseno, no conocimos el rostro de nuestra madre; desde la prisión de su carne, vinimos a la prisión indecible e inexplicable de este mundo.
¿Quién de nosotros conoció a su hermano? ¿Quién de nosotros observó el corazón de su padre? ¿Quién de nosotros no estuvo siempre prisionero? ¿Quién de nosotros no será siempre un extranjero solitario?
Erial de perplejidad, en los ardientes laberintos; perdidos, entre brillantes estrellas, en esta tediosísima ceniza, ¡perdidos! Recordando sobrecogidos, buscamos el gran lenguaje olvidado, el perdido sendero que conduce al cielo, una piedra, una hoja, una puerta ignota. ¿Dónde? ¿Cuándo?
¡Oh fantasma perdido, batido por el viento, vuelve a nosotros!
[El ángel que nos mira, de Thomas Wolfe. Traductor: José Ferrer Aleu. Ed. Valdemar, 2009]
1 comentario:
Obra maestra bordaba con un lenguaje exquisito que se disfrute en cada párrafo. Grande.
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