sábado, septiembre 17, 2011

LOS ABRAZOS ROTOS, de Almodóvar

Chon (Carmen Machi grandiosa) concejala de asuntos sociales, traje de chaqueta naranja, pelo naranja, zapatos de tacón naranjas, irrumpe en casa de su amiga (una Penélope Cruz a lo Audrey Hepburn) para contarle, mientras se zampa una madalena a dos carrillos, que su marido y ella se han separado. En la calle se ha encontrado a un hombre con una maleta, "buen culo, buenos pies" y después de subirlo a su casa ha echado cuatro polvos: "un virtuoso. Menudo dedo gordo", cuenta a una Penélope Cruz atenta y apoyada en dos muletas. La maleta, ahora en su poder, está llena de cocaina sin cortar. "¿Puedo dejar la maleta aquí? A mi partido no le cabe un escándalo más". Todo esto dura apenas diez minutos. Chicas y maletas. Almodóvar puro y en estado de gracia.
Antes hay una hora y cincuenta minutos de una película con pretensiones pero sin corazón. Después, nada más.
Francisco Linares

domingo, septiembre 11, 2011

LA DEUDA (The Debt), de John Madden

Esta película narra las peripecias de un trío de jóvenes agentes del Mosad a los que se les encarga la misión de capturar, vivo si es posible, a un médico criminal de guerra nazi en el Berlín este y trasladarlo a Israel para ser juzgado. El criminal consigue evadirse tras la captura, antes de ser sacado de Berlín. Ante la evidencia del fracaso, los tres agentes, dos hombres y una mujer, pactan ocultarlo y decir a sus superiores que consiguieron matarlo antes de que pudiera huir. Los tres deben vivir con el remordimiento de haber ocultado la verdad y sólo al cabo de treinta años el médico nazi es finalmente abatido en un manicomio ucraniano por Sarah, la componente femenina del trío.
Para el espectador poco exigente esta película podría quedarse en un film más de espías y nazis con un ligero regusto a dejá vú (es evidente el paralelismo del criminal nazi con Josef Mengele y nuestra memoria fílmica busca y encuentra películas de similar argumento). Sin embargo el espectador que indague un poco más encontrará una película bien ensamblada, que juega con los dos planos temporales con fluidez y equilibrio, el de la acción en Berlín, en 1966, y el de los protagonistas en la Israel de 1997. La trama principal se ve reforzada por la historia de amor frustrado de Sarah y David, que tiene un resultado trágico y que provoca parte del desenlace del film.
La parte quizá más interesante de toda la película es el relato que, en la parte central, se hace de los días de cautiverio a los que se ve sometido el médico nazi en el piso de Berlín donde es retenido. El ambiente clautrofóbico, la ansiedad creciente de Sarah ante el descubrimiento de su embarazo, la enrevesada crueldad psicológica del detenido y la frustración de David al descubrir que el hijo de Sarah es del tercer miembro del comando, Stephan, dan profundidad y justifican los acontecimientos finales de la película. Quizá el que uno de los guionistas sea Assaf Bernstein que dirigió la versión original, de nombre homónimo, en 2007, y que comprobó la solidez de la trama, contribuya de manera decisiva a la fortaleza de ésta. La fotografía en tonos acerados y azules de Ben Davis acompaña perfectamente el tono del film.
En cuanto a los actores quizá sea la joven actriz Romi Aboulafia la que encarne su papel (Sarah joven) de  manera más efectiva, dotándolo de una mezcla de ternura y fuerza que hace creíble el personaje. Sam Worthington, que encarna a David joven, rescatado de la mediática Avatar donde batió el difícil record de ser más inexpresivo que su propio Naa'vi (avatar), sigue con sus maneras gélidas. Marton Csokas (Stephan joven), actor de más oficio, se eleva un poco por encima de sus dos compañeros. El trío de veteranos (los tres ingleses, curiosamente) que encarnan a los personajes en su edad madura son Hellen Mirren (Rachel), Tom Wilkinson (Stepan) y Ciarán Hinds (David). Impecables papeles de los tres destacando Ellen Mirren para la que, a estas alturas de su carrera, ningún registro parece resistírsele.
Un buen film para estas tardes de septiembre que van viniendo con un cine de tono más elevado que la basura adolescente que llena las salas en verano.
Francisco Linares

Tierra de mujeres

Impone ver un árbol así agonizando, muriéndose, comenzando a desaparecer. Porque aunque el árbol se resquebraje, se vuelva de color g...